Es evidente que en la actualidad, el uso de las impresoras 3D en la educación ha supuesto un gran avance. Ha sucedido exactamente lo mismo que en muchos otros sectores, donde la impresión 3D ha profundizado mucho, aportando grandes avances e innovaciones en distintos ámbitos.  

El uso de las impresoras 3D en la educación ofrece un gran potencial, tanto para los alumnos como para los profesores. Sin embargo, hoy en día en nuestro país aún es difícil encontrar una impresora 3D en alguno de los centros educativos. 

En otros países más desarrollados como Estados Unidos o el Reino Unido, ya han incorporado estos dispositivos dado su potencial como recurso educativo, su versatilidad y la alta posibilidad de fomentar la participación activa del alumnado. 

En este post queremos explicar al detalle cuáles son las ventajas y los usos de las impresoras 3D en la educación. También daremos algunos ejemplos claros con los que se explica. 

Ventajas y usos de las impresoras 3D en la educación

1. Mejoran y fomentan la participación

La introducción de las impresoras 3D en la educación produce una mayor participación en el aula, porque transforma el aprendizaje en una experiencia única y exclusiva. Es muy común que los centros educativos las usen a modo de reunión de grupos para que experimenten o para realizar clases prácticas donde los alumnos pueden participar y debatir sus propias ideas. 

Por ejemplo, si se está estudiando la historia de Roma, el tema resulta mucho más atractivo y de interés para los alumnos si pueden imprimir en 3D el Coliseo Romano.

2. Fomentan el aprendizaje interdisciplinar y el trabajo en equipo

Para crear un modelo 3D sobre un mapa topográfico, se necesita saber acerca de geografía pero también sobre ciencias o matemáticas. Los alumnos tendrán que investigar y estudiar sobre varios temas diferentes a la vez para poder hacer su trabajo de impresión en 3D. Este hecho fomenta la necesidad de colaborar con varias asignaturas a la vez.

Además, el planteamiento de estos proyectos suele hacerse en grupos, lo que implica también colaborar con los demás, siempre respetando las distintas opiniones.

3. Captan la atención y el interés de los alumnos

Las impresoras 3D en la educación han conseguido que muchos estudiantes actuales se interesen aún más por los estudios. El hecho de incorporar modelos reales y rápidos a las clases prácticas consigue que los alumnos se lo tomen mucho más en serio y permanezcan atentos a las explicaciones de los profesores. 

Además, también suponen un buen recurso para hacer más dinámicos e interactivos los temas más teóricos.

4. Mejoran la enseñanza y ayudan a aclarar los conceptos

La cantidad de aplicaciones educativas que tienen estas impresoras 3D facilitan considerablemente el trabajo y desempeño de los docentes, aportando una mayor calidad extra a la educación. 

Las asignaturas que más hacen uso de las impresoras 3D en la educación son matemáticas, ciencias, tecnología e ingeniería. Todas ellas tienen algo en común: trabajan con conceptos abstractos y términos ambiguos. Por lo que, si se consigue una aplicación real, es más fácil asimilarlos.

Sin embargo, sus usos no se limitan exclusivamente a materias de ciencias, sino que también se puede utilizar en música para crear instrumentos, o en geografía e historia para conseguir mapas topográficos, edificios históricos o paisajes.

5. Aumentan la creatividad y la capacidad de solucionar problemas

Gracias a las impresoras 3D en la educación se pueden materializar ideas y proyectos en objetos reales. Esto ayuda a concienciar a los alumnos sobre la importancia de pensar, discernir y solventar posibles contratiempos que pueden aparecer. 

En muchas ocasiones, los alumnos se ven obligados a emplear la creatividad y buscar sus propias soluciones para llegar al objetivo que se les plantea. Por eso, ver los objetos reales les sirve para aprender de los errores y corregirlos.

 

En definitiva y a modo de resumen, podemos decir que las impresoras 3D en la educación vas asociadas a distintos beneficios: abre la mente de los alumnos, los cuáles aprender a trabajar en equipo, a la vez que adquieren nuevos patrones de trabajo con el fin de transformar algo teórico en algo práctico y real. 

Se trata de un método de innovación, donde una de las claves fundamentales es el papel de los docentes, quienes moderan, reparten las funciones de cada uno y cuentan con la formación adecuada para saber introducir las nuevas tecnologías en las aulas.